domingo, noviembre 25, 2012


Odio. Algo casi tan físico como paredes, o pianos, o enfermeras. Casi podía tocar la energía destructora que salía de su cuerpo. Dejó que el sentimiento llegase sin preocuparse si era bueno o no…

Detestó todo lo que pudo en aquel momento. A sí misma, al mundo, a la silla que tenía en frente, a la calefacción rota en uno de los corredores, a las personas perfectas, a los criminales. Estaba internada en un psiquiátrico y podía sentir cosas que los seres humanos esconden de sí mismos, porque todos somos educados sólo para amar, aceptar, intentar descubrir una salida, evitar el conflicto.

“¿Cómo puedo odiar a quien sólo me dio amor? […] Odiaba el amor que le había sido dado, porque no pedía nada a cambio, lo que es absurdo, irreal, contrario a las leyes de la naturaleza.

Veronika decide morir - Paulo Coelho

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