miércoles, noviembre 21, 2012


El amargo crónico sólo notaba su enfermedad una vez por semana: en las tardes de domingo. En esos momentos, como no tenía el trabajo o la rutina para aliviar los síntomas, notaba que alguna cosa andaba mal, ya que la paz de aquellas tardes le resultaba infernal, el tiempo no pasaba nunca y una constante irritación se manifestaba sin tapujos. Pero llegaba el lunes y el amargo pronto olvidaba sus síntomas, aunque protestara con energía contra el hecho de que nunca tenía tiempo para descansar y lamentara vivamente que los fi1nes de semana transcurrieran con excesiva rapidez.

Veronika decide morir - Paulo Coelho

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