“El amargo crónico sólo notaba su enfermedad
una vez por semana: en las tardes de domingo. En esos momentos, como no tenía
el trabajo o la rutina para aliviar los síntomas, notaba que alguna cosa andaba
mal, ya que la paz de aquellas tardes le resultaba infernal, el tiempo no
pasaba nunca y una constante irritación se manifestaba sin tapujos. Pero
llegaba el lunes y el amargo pronto olvidaba sus síntomas, aunque protestara
con energía contra el hecho de que nunca tenía tiempo para descansar y
lamentara vivamente que los fi1nes de semana transcurrieran con excesiva
rapidez.
Veronika decide morir - Paulo
Coelho
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